domingo, 3 de marzo de 2013

Convertirse en santo o en demonio.



En esta entrada voy a desarrollar la experiencia número 65 del libro 101 experiencias de filosofía cotidiana que se titula: Convertirse en santo o en demonio. 

 

  En esta experiencia se nos relata el clásico de la oposición de la bondad y la maldad  mediante las preguntas ¿Es usted bueno? ¿Es usted malo? La contestación afirmativa o negativa a estas preguntas conllevan una serie de consecuencias impuestas por nosotros y nuestra idea preconcebida de lo bueno y lo malo. Estas preguntas, en principio, fundamentales e importantes carecen realmente de fundamento ya que nadie es santo ni demonio. Y eso es lo que pretende demostrar la siguiente experiencia. 


La experiencia consiste en repasar toda la jornada de ayer, recuperando los momentos más importantes y si podemos los detalles mínimos que fueron transcurriendo hora tras hora, una vez que hayamos recordado nuestro día de ayer debemos juzgar nuestro comportamiento minuto a minuto de manera parcial y tendenciosa.

En primer lugar observaremos nuestra rutina intentando buscar las señales que hagan de nosotros santos, lo importante es juzgar nuestro comportamiento sin importar lo que hiciésemos ese día. Debemos encontrar los momentos en los que fuimos “buenos”, es decir, atentos, altruistas, compasivos, modestos, desinteresados… Cuando hayamos llegado a esa sensación debemos volver a repasar de nuevo todo nuestro día y esta vez debemos buscar el camino inverso, esforzándonos en encontrar los rasgos evidentes de nuestra maldad, los momentos en los que hemos sido perversos, odiosos, diabólicos, egoístas, crueles, manipuladores…

Una vez realizada esta experiencia y habiendo juzgado mi comportamiento en cada momento del día de ayer, llego a la conclusión de que efectivamente no existen ni los buenos ni los malos ya que cada persona en un momento determinado podemos actuar bien o mal dependiendo de múltiples factores.

Pienso que si es así, si no existen los extremos entre estos dos conceptos, en cuanto a personas se refiere, ¿Cómo podemos juzgar la moral? ¿Cómo podemos ver en otros los comportamientos buenos o malos? Ante estas preguntas llego a la conclusión de que somos imperfectos y prueba de ello es esta experiencia, todos sabemos como deberíamos de ser pero ninguno podemos llegar a serlo, porque la perfección de la que tanto se habla no existe. Por ello yo, personalmente, me conformo con que día a día cuando eche la vista atrás para juzgar mi comportamiento siga habiendo momentos en los que pueda decir: si, actué bien.


 

E de la evolución de Darwin



 En este apartado del Blog voy a hacer referencia al libro de El escarabajo de Wittgenstein y otros 25 experimentos mentales más, concretamente al capitulo titulado como la entrada, E de la evolución de Darwin


    

Charles Darwin


                         
Charles Darwin fue un naturista inglés que nació en el seno de una familia acomodada y que con sus estudios fue de gran ayuda para el avance de la ciencia, su obra mas conocida y a la que debe su gran fama internacional es la promulgación del principio de la selección natural.


Para Darwin las formas de vida no son estáticas, sino que evolucionan, es decir, cambian a través del tiempo siguiendo un proceso generalmente lento y gradual. Siguiendo esa idea la selección natural es el mecanismo propuesto para explicar dicha evolución.

El ejemplo más extendido para mostrar la idea de Darwin sobre la selección natural es el de las jirafas y su cuello, que podemos observar en la siguiente imagen, de esta manera las jirafas que tengan el cuello mas largo y lleguen a las hojas mas altas sobrevivirán cuando escaseé el alimento y por lo tanto se producirá un cambio en la especie. Pero esta teoría no se ha mantenido fija y eso es lo que vamos a observar en este capitulo del libro.

 
                                                           
En el capitulo se plantea si la selección natural tan aparente en el ser humano se puede aplicar a la naturaleza, por lo  que Darwin comienza a indagar poniendo como ejemplo el caso de los lobos y la comida donde encuentra el primer problema. El carácter genético de estos cambios, ya que si estos cambios, que se realizan en los individuos por puro azar, no se proyectaran en su descendencia dicho rasgo acabaría por desaparecer sin tener ninguna repercusión sobre la especie.

Ante el problema relatado anteriormente podemos cuestionarnos si la evolución se encuentra estancada. En ediciones posteriores de El origen de las especies Darwin hace unas pequeñas modificaciones que resuelven el problema.

De este modo vemos como la teoría que Darwin promulgó tubo que evolucionar para poder sobrevivir.